… Algunas personas te hacen una oferta por una propiedad, aún sin haberla visto, o terminan una visita, y su primera frase es: será negociable… ¿verdad?
Si nos paramos a pensar, qué les puede ofrecer esa casa para su vida, si la van a elegir para que crezcan sus hijos, o para hacer de ella el espacio donde van a pasar, prácticamente, el resto de su vida.
Sé que hay viajeros intrépidos que van de un país a otro, de una residencia a otra; pero en una pequeña ciudad como la nuestra, la mayoría, pasamos nuestra vida en dos, o tres hogares estables.
«Valor» y ,»Precio». Aunque parece iguales, no lo son… Porque detrás del valor hay vida, pasado, esfuerzos, decisiones, sueños, metas y, futuro.
Para saber cuál es la diferencia, solo hace falta que retrocedamos a la memoria de nuestra infancia, no sé porqué, pero ahí, atesoramos nuestros mejores recuerdos.
Cómo definirías la casa donde te criaste, o la de tu abuela, en la que pasabas los veranos; como una vivienda de tres, cuatros, seis, dormitorios, con terraza, o jardín, carpintería de madera, o pvc oscilobatiente… más bien, como el espacio donde creciste con tus hermanos, jugabas en cada estancia, encontrabas la seguridad de tus padres al traspasar la puerta cada día, las reuniones familiares con tus primos, la mesa de la cocina donde toda la familia se reunía, a diario, para compartir mantel y vida…
Todo un libro de experiencias, olores, recuerdos… para rememorar.
Este, es el VALOR de un hogar; lo que recibes.
El precio, es lo que pagas, la moneda de cambio.